Todos tenemos la llave que abre la jaula
Se me escapa todo de las manos
y de pronto tiembla la tierra, no sé dónde estoy no sé dónde están mis hermanos;
siento las ataduras, la asfixia en el cuerpo y la garganta seca.
No sé dónde estoy, no sé dónde están mis hermanos
solo siento el dolor mi dolor, el de todos.
Extraño la luz en mis sueños la confundo
he olvidado los colores solo siento
dolor.
He olvidado quién soy, olvidé el rostro
de todos mis hermanos;
se escucha un ruido y otro –más–
no sé qué es,
pero imagino que es el mar.
Extraño la tierra, he olvidado también
cómo se siente,
estoy atrapada
–dentro– de una jaula
y he perdido la llave.
No sé dónde estoy porque me dejé perder y todo se fue de mí, no sé dónde estoy ni sé dónde están mis hermanos.
Tengo esperanza, —creo que así se escribe— no recuerdo tampoco a qué sabe
pero la tengo, no me dirá dónde está la llave pero mantiene mi sangre palpitando.
He perdido la cordura no recuerdo a qué huele un cigarrillo,
nunca los probé pero quisiera esfumarme como uno.
No sé dónde están mis hermanos,
a veces creo que nunca los tuve
pero siento un susurro
que me rompe los labios.
Mi cuerpo se agrieta, yo no perdí la llave, la dejé ir y ahora no sé dónde estoy.
Mi oscuridad está confundida aquí está más oscuro
que en mis adentros
pero tengo esperanza aunque a veces la jaula parece achicarse.
No sé si algún día podré abrirla
no sé si quiero salir de ella,
aquí estoy protegida aquí
solo soy un olvido constante.
He recordado dónde escondí la llave, pero aún no recuerdo porqué decidí encerrarme,
seguramente porque la libertad asusta y han pasado cosas que no me gustan, pero me extraño, extraño a mis hermanos si es que alguna vez los tuve.
He tocado uno de mis bolsillos,
es hora de salir.