El aire entra y sale por la ventana,
mis penas entran y salen igual.
Las respiro,
me rondan y sin ellas no vivo
pero
qué rico se sienten cuando la luz arde
y me refrescan,
y que peligrosas se vuelven
cuando solo avivan el fuego
y me asfixian con el humo
o me llenan la piel de dolor.
La luz me da a la cara,
veo el libro sobre la mesa
aquel que abandoné hace tanto
que ya no sé por cuánto.
Polvoriento,
fijo la mirada en el doblez
de la esquina de una página
que cuenta una historia
que ya no recuerdo.
No sé quién está más solo.
––Camila Lune